jueves, 29 de agosto de 2013

Para los pájaros


Apenas saliendo el sol en la madrugada del 17 de agosto terminábamos los últimos trazos de un dibujo colosal ubicado en la Plaza Roosevelt, en Hato Rey, San Juan, Puerto Rico. La idea era plasmar una imagen efímera en el suelo aplicando solamente semillas de girasol, maíz, arroz y alpiste para que los pájaros la consumieran. Decidimos comenzar con la ejecución del diseño en sitio desde la noche anterior, así aprovechando la serenidad de la plaza nocturna sin la interferencia prematura de los pájaros hambrientos.


Una semana antes meditábamos en la idea de cómo podíamos intervenir en la plaza estimulando la interacción animal que existe en el lugar y que por negligencia estorbamos con nuestras actividades humanas. Esta ofrenda de alimento para las aves se deliberó como un gesto de reverencia pública ante los pájaros que han sido estigmatizados erróneamente con ideas negativas de asco y repudio. Resulta que en la plaza existe una población significante de palomas, changos y gallos que de alguna manera también deberían beneficiarse de los eventos culturales que celebramos en el espacio público para los destinatarios del lugar.


A eso de las 6 am un sinnúmero de pájaros matutinos comenzaban a despertar, iniciando el nuevo día con sus cantos de madrugada. Poco a poco, se acercaban en bandadas investigando con cierta desconfianza lo que elaborábamos en la plaza. Para nuestra sorpresa primero se presentaron los gallos al escenario del dibujo, siguiéndoles las gallinas con sus pollitos y luego las guineas, que tan curiosamente forman parte de la comunidad urbana de Hato Rey. Con presteza llegaban pañuelos de palomas formando torbellinos de aplausos aéreos sobre el dibujo mediante la sincronía de sus vuelos colectivos. Tórtolas, reinitas, changos y pitirres también se posaban a picar del banque de semillas en el suelo.


Entre el cacareo de las gallinas, el silbido de las aves, el ruido de sus aleteos y el picoteo concurrido de las palomas arrullando sobre las semillas, parecía el paisaje urbano desayunar un espectáculo musical de vida silvestre durante el amanecer. Hay que entender que los parques no son solamente espacios arquitectónicos destinados para la recreación de las personas que lo visitan, también sirven, en su naturaleza, como albergues para cobijar una biodiversidad de aves que han quedado desamparadas por el desarrollo del entramado urbano. Después de todo, la consideración por la vida animal también favorece nuestro propio bien estar en la plaza y hace atractiva la visita de personas queriendo recrearse en un ambiente que intenta asemejarse a los parajes naturales que tanto nos producen admiración.


Cuando empezó a llegar la gente a la plaza ya el dibujo era sólo un testimonio borroso de ese antojo voraz por las semillas. Los pájaros, intimidados por el bullicio de la gente, abandonaron su alimento y prestaron las semillas al rigor del entusiasmo infantil que por la tarde inventaría un nuevo juego con ellas. Cuando calló el sol ya no existía una imagen descifrable. La abundancia de las semillas desparramadas como una alfombra del caos evidenciaba todo el suceso interactivo que había ocurrido durante el día.


La imagen efímera del pájaro bicéfalo que se consume en si mismo, no sólo aludía a nuestra dualidad creativa como hermanos gemelos, donde un imaginario compartido nutre su discurso existencial mediante el diálogo divergente de dos mentes en continua discusión, sino también, en su iconografía, manifestaba el concepto de las dos cabezas que miran en direcciones contrarias para definir la cosmovisión holística de un tiempo relativo. Con su fugacidad la imagen celebraba una existencia tan eterna como perecedera a su vez. Para nosotros, este pájaro representa un “todo” enlazado por sus opuestos: con una cabeza mira hacia el infinito del futuro mientras que con la otra mira hacia el infinito del pasado, planteando que el presente, por más fugaz que aparenta, siempre se compone de estas dos eternidades siamesas que en su alianza acontecen el intervalo instantáneo de un momento perentorio. La experiencia estética del evento realmente fue sentirnos testigos del presente, atentos al tiempo perpetuo de una existencia pasajera que en un instante sólo puede suceder.




1 comentario:

  1. Os he enlazado en mi último post de fecha 10/09/2013. Estaba escribiendo pensamientos con pájaros incluidos. Busqué alguna imagen de pájaros, aunque acabé poniendo un detalle de uno de mis dibujos de hace ya unos años. Pero en mi búsqueda di con vuestro blog y vuestro arte. Me gusta mucho todo lo que hacéis. Me habéis hecho recordar un lugar que existe en Italia... lo conocéis?
    http://www.artesella.it/
    Deseándoos mucho, mucho Arte, os saludo cordialmente.
    M. Pilar Martínez Herrero http://des-de-dalt-del-turo.blog.cat

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