Jatunyacu

Durante nuestra estadía en Ecuador, Cristina Salas Gerritsen nos llevó a conocer el río Jatunyacu que cruza la provincia del Tena. La travesía por el oriente fue toda una aventura de admiración ante la gran diversidad del ecosistema y sus peculiaridades en la flora y fauna autóctona de la región. Desde ese rincón amazónico, ya se comenzaba a comprender la complejidad del dinamismo vital que confecciona el paisaje ecuatoriano. En el camino nos detuvimos a recoger semillas de achiote que aprovecharíamos como pigmentación roja para el dibujo. No sería hasta alcanzar nuestro destino, cuando por fin contemplaríamos de cerca la eminente fuerza sublime del río con que se esculpía el panorama de la selva. Era sorprendente observar el fenómeno de sus corrientes encrespándose a la orilla del bosque, arrasando con el terreno pedregoso que se mordería hasta conformarse en la superficie pulida de la cual eventualmente nos apropiaríamos como soporte. Antes de comenzar con los primeros esbozos, fijamos nuestro ímpetu en la investigación del territorio. Entre las rocas descubrimos los residuos de una fogata extinta que aportaría con todo el carbón necesario para ejecutar los trazos más oscuros de la composición. Como resultado de nuestro respeto por el medio ambiente, no sólo intervendríamos de manera efímera en el paisaje, sino también le plasmaríamos una estética visual en armonía con la belleza natural del ecosistema, concluyendo en el retrato esquematizado de toda la vida salvaje que inspiraría nuestro motivo de creación en el emplazamiento.