El montículo de rocas artificiales que constituye el rompeolas del puerto de Valencia, nos sirve como metáfora óptima para reflexionar acerca de nuestra condición humana en relación a su comportamiento social. Estas piezas prefabricadas y ordenadas idénticamente, remiten al artificio de un propósito comunitario, donde el individuo se ve indivisible del colectivo al que pertenece; su cuerpo uniformado en la repetición de un módulo enlazable evidencia esa naturaleza de cooperación mutua.
Decidimos pintar solamente uno de los módulos con la intención de distinguir al individuo regido por un vehemente instinto de supervivencia que, notorio ante el resto, procura perpetuar su presencia demostrándose arropado en la amenaza de un colectivo asimismo asfixiante. El diseño concibe de rojo el núcleo de su singularidad, y persigue el horizonte de la importancia personal cuando emerge del anonimato que pretexta su colectivo. Desde un principio, su propósito existencial se determinó en una función unánime predispuesta que parecía olvidarlo dentro de su entidad; nosotros aspiramos develarlo. Ahora entendemos que el individuo, cuando intenta descubrirse, también comienza a forjar una identidad propia, pero no sólo para si mismo; consecuentemente le otorga una fresca consonancia al conjunto del que forma parte.
El diseño reviste el módulo con una expresión tipográfica abstraída que rememora aquella prehistórica geometría humana configurada por la emergencia de una primera escritura. Claro está que el discurso plástico de esta intervención enfatiza en una realidad efímera. Necesita la persistencia del mar contra la superficie de su vestimenta pictórica para entonces depilar paulatinamente el vestigio de su reminiscencia. La pintura debe perder su obsesión por la permanencia, y transponerse vulnerable ante el registro del contexto exterior. Deseamos que el módulo se convierta en un enigma público para el espectador del puerto, y que además, incite en él la interrogación de lo que significa tener cabida dentro de una identidad sociocultural creciente.
Me encanta esta pieza. WOW. Sigan adelante! Súper!
ResponderEliminarNo me atrevo decir que ésta es una de mis favoritas, porque todas son impresionantes. Pero ésta, mezcla algo sólido, estático, sin vida, con algo tan contrastante como lo es el mar. También resalta la individualidad, como algo sobresale entre un grupo. En verdad, la pieza me hace pensar en las pesonas creativas, en su singularidad. Aunque las piezas del rompe olas son diferentes unas de la otras, como lo son los individuos, la pintada sobresale por encima de todas.
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