Una caminata por el monte de Cereza nos trajo frente a un árbol parcialmente quemado que aun sobrevivía los rezagos de un incendio forestal. Su desgracia resultaba en una hendidura de carbón profundamente sugestiva para la realización de un proyecto. Era sorprendente entender que, a pesar de las adversidades del fuego, el árbol todavía brotaba firmemente del suelo pedregoso que lo sustentaba. Nos detuvimos a admirar el hueco cóncavo de su tronco como un pecho de persistencia vital escavado por las llamas de la experiencia. Entonces decidimos trabajar con la potencia de su herida como un pedestal para rememorar la longevidad de nuestro linaje. Dentro de su vacío colocamos piedras encontradas en el propio emplazamiento, las organizamos verticalmente y contiguas unas con las otras; la intención era representar el trayecto de un parentesco familiar. El árbol genealógico siempre se ha usado como estructura metafórica para mostrar organizadamente la disposición familiar en sus derivaciones, nosotros aprovechamos ese arquetipo popular para comunicar eficazmente la idea. El hueco tiene una escala antropométrica que, por sus dimensiones, evoca la presencia humana. Con el mismo carbón resultante, trazamos una línea vertical y continua sobre la superficie de las piedras. La línea representa el linaje, pues desciende bajo tierra hacia las raíces señalando nuestros antecedentes; no obstante también asciende, alcanza la dirección de un posible futuro incierto en la inmensidad del cielo.
Me atrae el dialogo que ha generado la instalación del árbol y las piedras. Las piedras penetrando o partiendo del tronco, sugiere que las piedras fueron engendradas del tronco, al igual que se puede interpretar que el tronco fue engendrado de las piedras, con las raíces del árbol creciendo de las piedras en la tierra. El título, “Linaje” me estimula a reflexionar sobre el origen del uso del árbol como significado simbólico de la vida. El porqué el árbol provoca respeto y veneración como punto central y el eje del mundo. El título me provoca a contemplar los valores ancestrales atribuidos al árbol como símbolo relacionado con funciones protectora y nutriente. Me atrae como la instalación en el paisaje, o la estructura del árbol mismo, ha provocado un dialogo y contemplación entre sus materiales y su entorno. Casi no se observa la intervención o apropiación del territorio por el hombre-artista, como se suele observar un grafiti sobre la superficie de la materia prima del medio ambiente. El uso de las piedras y el tronco en el propio paisaje existente, provoca al espectador dudar y contemplar si ha ocurrida alguna modificación o intervención directa del hombre-artista. ¿Esto me provoca a preguntar, si alguna vez ha logrado algún artista crear una instalación en el paisaje, libre de su marca o huella en la obra? ¿Querrán ustedes, los artistas medio ambientalistas, que se observe la intervención y realización de su trabajo en el paisaje existente?
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