martes, 15 de julio de 2014

Aparato botánico


Aparato botánico es una ofrenda orgánica en correspondencia al Museo de Arte Contemporáneo en Puerto Rico, utilizando recursos naturales encontrados en el paisaje alrededor de toda la isla. La idea era maximizar el uso de nuestros recursos naturales para la creación de esta obra, así resistiéndonos al consumismo de los productos artificiales, vendidos anónimamente en tiendas, y que en sus procesos de fabricación industrial, implicaran algún impacto medioambiental en otras partes del mundo. Hojas, flores, semillas, tubérculos, barros de diferentes colores y carbón vegetal fueron frotados contra la superficie de la pared para plasmar con sus diferentes pigmentaciones naturales las formas alusivas a un imaginario botánico que sólo existe como fantasía en nuestra memoria del Yunque. Para pintar utilizamos, tanto especies endémicas, como también especies introducidas en el paisaje puertorriqueño, de tal manera enfatizando en la realidad actual de nuestra vegetación contemporánea sin idealizar su pureza nativa. Estos recurso fueron recolectados desde el Yunque, hasta el museo ubicado en Santurce, algunas de estas hojas y flores encontradas en el propio jardín de la institución.


Al finalizar el mural de clorofila, un tejido de ramas secas fue incrustado de pared a pared horizontalmente, para entrelazar figuras bidimensionales en una tercer dimensión del muro. Atrapar el mural dentro de una especie de crisálida abstracta de ramas, no era sólo un intento de amarrar formalmente la composición pictórica de la obra, de lado a lado, sino también era un intento de proponer el discurso visual de la idea, en un ámbito íntimo pero transparente, como si sufriera el fenómeno de su propia metamorfosis exhibicionista en una esquina de la sala expositiva. Arenas, tierras, semillas, frutas, flores, rocas y sedimentos de diferentes colores se aplicaron en el suelo frente al mural, igualmente formando figuraciones abstractas que se relacionarían con las imágenes plasmadas en las paredes.


En el centro de la composición se ubicó una roca pesada que funcionaría como un núcleo, o mejor aún, como un ancla para cimentar el escenario emotivo de la instalación. Este elemento jerárquico nos hace consciente del peso gravitacional de la tierra y fija nuestra presencia nuevamente en el territorio que olvidamos cuando entramos dentro del cubículo abstracto, diáfano, neutro, artificial, estéril y confinado de la sala expositiva.


La instalación orgánica y su diseño ovalado fantasea con la idea de la semilla, la fruta, la célula, la crisálida, el óvulo, el vientre y el globo terráqueo que nos sustenta con vida. Su construcción fue toda una expresión visceral, intuitiva y espontánea, que en su resultado imprevisto, manifestó el automatismo simbiótico de nuestro proceso de creación como hermanos gemelos. Sin duda alguna, esa sensación de adentrarse y perderse en la densidad del bosque, es tan parecida a la habilidad de soltar la rienda del control en el momento de improvisar durante la ejecución de una obra. Nuestra ofrenda en la sala es la semilla simbólica de toda la experiencia adquirida en el Yunque gracias a la gestión del MAC en colaboración con el U.S. Forestry. Durante el término de su exhibición quedará sembrada dentro del museo como para comprobar el milagro de su germinación en otro contexto.


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