miércoles, 13 de julio de 2011

Mano


Con la mano desnuda fuimos recolectando erizos encontrados entre los corales de la playa de Vega Baja. La intención era construir una imagen representativa de nuestra presencia transitoria en el emplazamiento, sobre todo, para expresar respeto ante el medio ambiente. Decidimos plasmar la huella simbólica de nuestra mano creadora, la que seleccionan, construye y reordena el paisaje en la conformidad del cuerpo, aunque palpando solamente una brevedad del tiempo. Por tal razón, decidimos realizar el proyecto optando por una estrategia de aproximación al territorio que pudiese valerse del mínimo, así contando solamente con los recursos allí encontrados. Mediante este sutil método de intervención en la naturaleza, pretendíamos transformar la propia fragilidad de la obra en un mecanismo de defensa frente al impacto humano. Queríamos, además, hacer referencia a los estarcidos paleolíticos de las manos plasmadas en las pinturas rupestres, y a medida que imponíamos nuestra huella en el paisaje, no sólo reflexionábamos acerca de nuestra existencia pasajera en el escenario, sino también acerca de nuestra propia práctica en él. Aquí, el vestigio violento de la antropización, se expresa mediante el discurso visual de una paradoja simbólica, una que a su vez manifiesta el proceso mismo de crear la imagen. Eventualmente los erizos fueron desplazándose lentamente entre las algas hasta despojar por completo el lugar donde los habíamos ubicado. La satisfacción de saber que nuestra huella nunca impactaría este territorio prístino de manera permanente, podía superar cualquier necesidad de autoría antropocéntrica respecto a la creación del arte.









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