lunes, 25 de abril de 2011

Resaca de pascua


Temprano en la mañana del domingo 24 de abril, comenzamos un proyecto de intervención pública en la playa de Sardinera, con el propósito de concienciar acerca del problema de basura en las costas de Puerto Rico. Mediante esta intervención, procurábamos reaccionar ante la negligencia social con la cual los destinatarios interactúan en el territorio natural. Quisimos anticipar la llegada de la gente que utiliza el balneario de Dorado adyacente a la playa donde intervendríamos. Es lamentable la cantidad de basura que se arroja desconsideradamente en la orilla de la playa durante las fiestas de semana santa. La gente disfruta del paisaje y celebra la primavera irónicamente agrediendo la naturaleza sin remordimiento alguno. Eventualmente la marea sube y la resaca del mar traga aquellos desperdicios que se han dejado atrás. El viento y las corrientes marinas regresan todo lo que se ha llevado el mar y lo depositan a lo largo de las costas vecinas. Sardinera es una de estas playas contiguas al balneario que acumulan la basura que se genera durante estos días festivos. Así la marea lo devuelve todo, enredando la impureza humana entre las algas muertas que se secan bajo el sol.



Para modelar la forma escultórica del conejo gigante, decidimos valernos de aquellos recursos encontrados en la playa. Primero movimos con palas lo necesario para crear el bulto de arena que esculpiríamos en la figura de un muñeco antropomórfico. Luego revestiríamos al personaje con algas y con algunos pétalos de flores trinitarias, además, pintaríamos con harina la superficie de la cara y el torso. Los espectadores del proyecto también se involucrarían durante el proceso de construirla, ofreciéndonos su ayuda para manifestar preocupaciones similares en torno al problema de basura. Nuestro objetivo era provocar un estado de reflexión en los que tropezaran con la obra, así despertando la consciencia colectiva del público ante la situación crítica que sufren nuestras playas.



Esta acción es una explícita denuncia a la desconsideración de los bañistas que descuidan nuestras playas durante las fiestas de pascua, donde se genera un nivel alarmante de basura en el paisaje y del cual nadie se ocupa. La escala del conejo gigante corresponde ante la magnitud del evidente problema que todos parecen ignorar. De algún modo satiriza el desdén que demuestran los bañistas cuando, por un lado, celebran el comienzo de la primavera, mientras que por otro ensucian su entorno. El personaje disfrazado de conejo es la representación del degenere social que hipócritamente hace cultura de venerar la naturaleza sin un verdadero respeto por ella.


El borracho disfrazado de conejo fue tragado por la resaca del mar hasta ahogarse en su propia imprudencia. Pareciera como si al día siguiente la marea lo devolviera muerto a la orilla, arrastrado en la arena como la basura misma que trajo consigo y que ahora se acumula entre las algas marinas. De algún modo queríamos perpetrar el símbolo iconográfico de la primavera, pues el mundo occidental ha utilizado siempre la imagen del conejo como representación de la fertilidad; en muchos casos significa el principio y el nacimiento de las nuevas etapas en la vida, por lo que el conejo está directamente asociado con la celebración de la pascua en la época de la primavera. A este también se le ha querido atribuir connotaciones no necesariamente positivas que implican la incidencia en la pereza y la sobre confianza. Pensamos que semana santa sería el evento más oportuno para matar en público este símbolo tan banalmente celebrado, entonces los espectadores observarían como la marea reclamaría su existencia sin el mínimo indicio de una posible resurrección. Al finalizar el día, recogeríamos toda la basura encontrada en el emplazamiento, sabiendo que jamás sería suficiente el esfuerzo de recojer la playa sin primero intentar cambiar los malos hábitos de quienes la frecuentan.


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